La transformación digital redefine las estrategias de seguridad física y obliga a repensar el rol del factor humano.

La seguridad empresarial atraviesa un momento de cambio profundo. La convergencia entre tecnología, ciberseguridad y protección física ya no es una tendencia, sino una realidad que exige nuevas respuestas. Así lo refleja el Informe Mundial sobre la Seguridad, que recopiló la visión de 1775 directores de seguridad (CSO) de grandes compañías globales con ingresos combinados por más de 20 billones de dólares.

Uno de los hallazgos más reveladores: el 98 % de los CSO planea invertir en nuevas tecnologías para seguridad física en los próximos cinco años, con foco en inteligencia artificial, analítica predictiva, biometría y vigilancia remota.

Un nuevo mapa de riesgos

Según el informe, el 90 % de los líderes en seguridad considera que las ciberamenazas ponen en jaque a los sistemas de seguridad física. La línea divisoria entre ambos mundos ya no existe: una brecha digital puede derivar en una vulnerabilidad física, y viceversa.

Esta interdependencia redefine la manera en que las empresas deben proteger sus activos. Hoy, cada cámara, sensor o lector de acceso conectado forma parte de la huella digital de la organización, ampliando su superficie de ataque.

El 90 % de los encuestados coincide en que la tecnología mejora la eficacia general de las operaciones de seguridad, permitiendo respuestas más rápidas y personal más productivo. De hecho, el 54 % destaca como prioridad la capacidad de respuesta en tiempo real ante incidentes.

A pesar de los beneficios, persisten barreras importantes: el 41 % señala el costo de implementación como principal obstáculo, seguido por el mantenimiento y la escasez de personal capacitado para operar tecnologías avanzadas.

Un desafío que también es una oportunidad

En América Latina, y especialmente en Argentina, estas tendencias abren oportunidades claras para el desarrollo del sector. Instituciones como la Cámara Argentina de Seguridad Electrónica (CASEL) vienen impulsando programas de capacitación y profesionalización técnica, justamente para cerrar la brecha entre tecnología disponible y capacidades humanas.

Formar talento con dominio de herramientas digitales, criterio de análisis y enfoque preventivo ya no es opcional: es una condición para que la tecnología cumpla su promesa de anticipar amenazas y no convertirse en una nueva fuente de vulnerabilidades.

Inteligencia artificial: luces y sombras

La inteligencia artificial encabeza la agenda de inversión. El 42 % de los CSO priorizará soluciones basadas en IA en los próximos cinco años, principalmente para detección automatizada de amenazas e indicadores de riesgos internos. También crecen la biometría y el reconocimiento facial, aunque los expertos llaman a un uso ético, equilibrado y respetuoso de los derechos individuales.

El futuro de la seguridad no solo será más tecnológico, sino también más complejo. Requerirá de líderes capaces de integrar dispositivos, datos, personas y procesos en una misma estrategia. Como señala el informe, las empresas que ya adoptaron tecnologías de vanguardia reportan niveles de confianza hasta un 11 % superiores frente a amenazas potenciales.

El desafío, entonces, no está solo en adquirir tecnología, sino en crear ecosistemas seguros, resilientes y preparados para anticipar lo inesperado. Una tarea que, más que nunca, necesita visión, inversión y formación.

 

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 7 de noviembre de 2025